...o cómo cagarla en equipo.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La Generación Aburrida

«Para llevar una vida feliz es esencial una cierta capacidad de tolerancia al aburrimiento. La vida de los grandes hombres solo ha sido emocionante durante unos pocos minutos trascendentales. Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de hombres de escasa valía»
                                                                                                                                Bertnard Russell


Ni-nis. Perdidos. X. Otros dicen Índigos  Una generación sin valor histórico general, pero con valor monetario particular. Es difícil no pecar de demagogo con un tema como éste, pero haré lo que sea posible. Si algo bueno me ha dado nacer en mi generación es poder enfocar el prisma en el ángulo que crea apropiado.
En mi opinión, somos la generación aburrida.

Me han enseñado bien, quizá demasiado bien, de hecho creo que no esperaban un resultado como éste, y siempre presupongo que nuestra generación tan espoleada y tarareada en tan malos sentidos, o peor aún (al menos desde mi punto de vista) defendida como perros cojos, puede dar muchísimo más de sí misma.

Objetividad y sangre fría son dos temas que pegan realmente bien en una sociedad basada en el engaño y la impaciencia como lo es la nuestra. No sé si queriendo o no, ésos dos son los grandes puntos en los que estamos instruidos los nacidos en la época más aburrida de la historia.
Y aburrida no porque no sucedan cosas, al contrario, estamos sobre-estimulados; tenemos cientos, miles de noticias, de oportunidades, de lugares, de experiencias que vivir, conocer, y aprender. Es más triste que el hecho de no saber de ello, es no poder acceder a algo que nos ponen todos las mañanas delante de nuestras narices.

Si trajéramos a alguien desde el abismo del tiempo a esta época, pongamos desde... 1800. Pongámoslo en un contexto histórico: comienza la revolución industrial y se derroca el clasicismo. Está en el medio de una gran transición basada en 2 siglos y medio de avances, que comienza con la revolución francesa y que hasta ahora aún no ha terminado.

Pongamos que este hombre del siglo XIX pudiera ver qué sucede en una gran ciudad a las 9 de la mañana de un lunes.

Lo que él vería es una gran maquinaria en movimiento creada, pulida, engrasada y puesta en marcha por los miles de hombres, andando para llegar a sus puestos de trabajo, trajeados, con un buen porte, que parecen reyes de su vida y tienen la capacidad de decidir. Luego solo haría falta acercarlo a un kiosco cualquiera y darle un periódico para que viera la triste realidad.
 

Y aun así se alegraría de poder contar con información sobre lo que sucede en el mundo día a día, y así poder corregir los fallos. La euforia lo invadiría al ver las grandes masas de personas inundando las calles para hacer de sus derechos algo real.
Somos una sociedad "unida", y esto contentaría a cualquier persona que lucha por sus derechos en su época. 
¡Pues claro que sí! ¡Ése es el sueño de cualquier obrero del siglo XIX!

Pero ya no estamos en el siglo XIX. 

Esto es el siglo XXI y nuevas situaciones se exponen a cada generación.
Odio comparar cosas con el pasado, los hombres tenemos los ojos en la cara para mirar adelante y donde él está viendo cosas obvias, nosotros ya deberíamos pasar algo así de largo. Él encontraría todo ésto nuevo, nosotros ya lo conocemos de sobra. Demasiado de sobra,  quizá.

 Es obvio que no se pueden dejar atrás los males de todos, pero en un afán por generalizar los problemas nos hemos acabado generalizando a nosotros mismos. Si la evolución hubiera querido que fuéramos una masa, hubiera hecho que las hormigas o las termitas fueran los seres dominantes en este planeta. Y quizá yo tendría antenas. Pero la casualidad nos hizo individuos. Nos hizo seres capaces de pensar y razonar por separado, dándonos una gran ventaja basada en el "dos cerebros piensan mejor que uno".

Ésta es nuestra generación. Me da la impresión de que no somos un fracaso. Quizá solo intento esconderme de una triste realidad pero viendo cada día la cantidad de ideas que corren por este mundo me niego a pensar que es así. A pesar de ser unidad, deberíamos empezar a preocuparnos por nuestros propios pensamientos e inquietudes.  


A mi me encanta aprender. Viajar, conocer y aprender es mi "sueño"; me cuesta pasar un día sin saber algo nuevo, aunque sea una gilipollez, y aún no he sido capaz de salir de mi país pero espero poder llegar lejos, muy lejos, y no precisamente en avión.

Nuestra generación ha sido sobre-informada constantemente, quizá con el fin de saturar. Pero asombrosamente, en mi caso al menos, solo han conseguido que tenga ganas de saber más y más.
 
Todo eso me da la opción de tener, no uno ni dos, sino varios puntos de vista desde los cuales enfocar el ya nombrado prisma y ver que algo no es negro o blanco, sino que tiene varios matices de gris. 
Y estoy seguro de que no soy el único, solo por ver que tengo, en este mismo blog, unos compañeros muy curiosos, en todos los sentidos.


No hay que dejar de saber todo lo que puedan enseñarte los demás, y aun menos dejar de pensar hasta dónde podemos llegar nosotros mismos. 

Los nacidos en esta "época aburrida", tenemos una forma de pensar diferente y se puede explotar igual o mejor que cualquier otro modo de pensar en cualquier otra época, y quizá gracias a saberlo podamos llegar a tener cualquier tipo de elección, visitar cualquier tipo de lugar o aprender lo que nos plazca.

Al fin y al cabo el futuro es nuestro, sea como sea.

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