...o cómo cagarla en equipo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

La naranja maldita



Maldita para su autor y bendita para Kubrick. La novela del autor Anthony Burgess, publicada en 1962, fue su maldición. El escritor pensó que con el tiempo, la novela sería borrada de la memoria literaria del mundo. Pero no fue así. La culpa de eso es toda de Stanley Kubrick, por llevarla a la gran pantalla.

Pasa a menudo que los autores se lamentan de sus creaciones. Rachmaninoff se quejaba de que se le conociera principalmente por un Preludio en Do, compuesto en su adolescencia, mientras que otras obras de su madurez no solían tenerse en cuenta. Lo mismo le pasaba a Beethoven, que compuso un Minueto en Sol solo para poder detestarlo. Incluso a Francis Ford Coppola, que reniega de “El Padrino” cuarenta años después de su estreno. Película que, por cierto, también tiene sus naranjas malditas.

Lo mismo le pasaba a Burgess, culpando a “La naranja mecánica” de sobrevivir mientras otras novelas suyas solo hacen que morder el polvo. Pero lo curioso de que se recuerde tanto por la película, es que no es una versión completa. En EEUU, el libro nunca ha sido publicado completamente.

21 capítulos componen la historia escrita. Esa numerología era importante para el autor, pero no lo fueron para su editor de Nueva York. Insistió en eliminar el ultimo capitulo, y como el escritor inglés en aquel momento estaba pelado económicamente, acepto a borrar ese episodio final.

Kubrick rodó la película en Inglaterra, sí, pero con la versión americana del libro. Los estadounidenses quedaron contentos con el film, pero a los ingleses les pareció que acababa antes de tiempo, preguntándose porque el director había decidido comerse el final.

¿Qué ocurría en el vigésimo primer capítulo? Tendréis que leer la novela que, por cierto, no es nada fácil. Y todo por culpa de ese léxico “nadsat” inventado por el autor.

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