Maldita para su autor y bendita para Kubrick. La novela del
autor Anthony Burgess, publicada en 1962, fue su maldición. El escritor pensó
que con el tiempo, la novela sería borrada de la memoria literaria del mundo.
Pero no fue así. La culpa de eso es toda de Stanley Kubrick, por llevarla a la
gran pantalla.
Pasa a menudo que los autores se lamentan de sus creaciones.
Rachmaninoff se quejaba de que se le conociera principalmente por un Preludio
en Do, compuesto en su adolescencia, mientras que otras obras de su madurez no
solían tenerse en cuenta. Lo mismo le pasaba a Beethoven, que compuso un
Minueto en Sol solo para poder detestarlo. Incluso a Francis Ford Coppola, que
reniega de “El Padrino” cuarenta años después de su estreno. Película que, por
cierto, también tiene sus naranjas malditas.
Lo mismo le pasaba a Burgess, culpando a “La naranja
mecánica” de sobrevivir mientras otras novelas suyas solo hacen que morder el
polvo. Pero lo curioso de que se recuerde tanto por la película, es que no es
una versión completa. En EEUU, el libro nunca ha sido publicado completamente.
21 capítulos componen la historia escrita. Esa numerología
era importante para el autor, pero no lo fueron para su editor de Nueva York.
Insistió en eliminar el ultimo capitulo, y como el escritor inglés en aquel
momento estaba pelado económicamente, acepto a borrar ese episodio final.
Kubrick rodó la película en Inglaterra, sí, pero con la
versión americana del libro. Los estadounidenses quedaron contentos con el
film, pero a los ingleses les pareció que acababa antes de tiempo,
preguntándose porque el director había decidido comerse el final.
¿Qué ocurría en el vigésimo primer capítulo? Tendréis que
leer la novela que, por cierto, no es nada fácil. Y todo por culpa de ese
léxico “nadsat” inventado por el autor.
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