...o cómo cagarla en equipo.

martes, 22 de enero de 2013

Bragas para todos


Era una de esas excursiones de instituto donde el único objetivo que tenía en mente era perder la virginidad con alguna compañera de clase. Daba igual con cuál de ellas. Bueno, a excepción de dos o tres. Siempre hay que tener un poco de respeto hacia uno mismo. En el autobús, de camino al lugar, un compañero sacó un condón «Se lo he pillado a mi padre», dijo. Algunos de nosotros, entre los que me encontraba yo, teníamos una idea un tanto confusa de qué era un condón, cuando lo explicaron los listos que sí lo sabían, o eso creían ellos, yo me quedé igual. «Paridas», pensé.

Llegó la noche. La primera de las dos que íbamos a pasar allí. Fuimos a una discoteca, y yo empecé como suelo hacerlo siempre, apoyado en la barra de la discoteca, haciéndome el interesante y con un cubata en la mano, mi pareja de baile favorita. Las tías de nuestro curso bailaban y tonteaban con los de otro instituto, que también habían venido a parar allí. Pedro, el tío que había traído un condón de su padre, estaba bailando con una chica, cuando notó la mirada de un amigo que tenía al lado y la mía, nos miró, y sonriendo como un imbécil, dio un par de palmaditas a su bolsillo derecho, como recordatorio que él tenía el poder y lo iba a usar.

Una vez hubo cerrado la discoteca, los profesores nos enviaron a nuestras habitaciones de tres camas dobles. Los susurros y los suaves toques a las puertas eran una constante por los pasillos del hotel. Un par de amigos y yo decidimos llamar a las chicas con las que teníamos más confianza, con la intención de alargar un poco más la noche... por supuesto, no coincidía con las que estaban más buenas. Llamamos a la puerta y nos recibieron en bragas. Gran comienzo y mejor detalle.

Sorprendidos, pero comprendiendo que no podíamos actuar como unos primos, pasamos con total pasividad pero con seguridad, queriendo demostrar que ver tías con el tren inferior tapado sólo por unas braguitas era nuestro pan de cada día.

Bebimos, tonteamos, apagamos las luces y la virginidad estaba a punto de irse a tomar por culo... cuando, de repente, llamaron a la puerta. Las mozas, entre patadas y consejos por lo bajo, nos echaron debajo de las camas. Encendieron las luces y un par de ellas abrieron la puerta, dónde esperaba el profesor. Estaba buscando a alumnos que no estaban en sus habitaciones, les recordó que no podían cambiarse y que si en la habitación se encontraba alguno o alguna que no le tocara estar allí que saliera. Dijeron que no, que estaban ellas solas, y tras unos segundos comprobando que decían la verdad, se cerró la puerta. Me dije «Ahora sí que sí». Pero iba a ser que no. Nos dijeron que nos fuéramos, que sino podría volver otra vez al ver que no estábamos en nuestra habitación. «Ya, pero espera que se aleje y luego ya salimos... bueno, apaga la luz», me atreví a decir. La coletilla final no le gustó mucho a juzgar por su respuesta: «No, no, piraos ya».

... continuará...

0 comentaris:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.

© La alquimia de la sinergia, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena