...o cómo cagarla en equipo.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Un cuento de Navidad

La historia que vais a leer a continuación no es ni un cuento, ni ocurre en Navidad, pero bien podría serlo. No es un cuento por que no es una obra literaria al uso, ni siquiera se sabe si está basada en un hecho real acontecido hace muchos años o bien sólo fue una anécdota en la vida de Franz Kafka que con el paso del tiempo ha ido creciendo y creciendo hasta haber acabado en la historia que ahora se conoce. Realidad y ficción se dan la mano. Como no es una historia escrita y el suceso se conoce por fuentes cercanas al autor, en la época que ocurrió, ésta ha sido contada en biografías o trabajos sobre Kafka , así como ha inspirado novelas como la del escritor catalán Jordi Sierra i Fabra en su obra "Kafka y la muñeca viajera". La "versión" por así decirlo que vais a leer del relato se encuentra dentro de la novela de Paul Auster, "Brooklyn Follies". Donde en un momento dado, los protagonistas de la acción se refieren a esta historia protagonizada por el escritor de "La Metamorfosis".


>>> Todas las tardes, Kafka sale a dar un paseo por el parque. La mayoría de veces, Dora, su pareja, lo acompaña. Un día, se encuentran con una niña pequeña que está llorando a lágrima viva. Kafka le pregunta qué le ocurre, y ella contesta que ha perdido su muñeca. Él se pone inmediatamente a inventar un cuento para explicarle lo que ha pasado. “Tu muñeca ha salido de viaje", le dice. “¿Y tú cómo lo sabes?”, le pregunta la niña. “Porque me ha escrito una carta”, responde Kafka. La niña parece recelosa. “¿Tienes ahí la carta?”, pregunta ella. “No, lo siento”, dice él, “me la he dejado en casa sin darme cuenta, pero mañana te la traigo.” Es tan persuasivo, que la niña ya no sabe qué pensar. ¿Es posible que ese hombre misterioso esté diciendo la verdad?

>>> Kafka vuelve inmediatamente a casa para escribir la carta. Se sienta frente al escritorio y Dora, que ve cómo se concentra en la tarea, observa la misma gravedad y tensión que cuando compone su propia obra. No es cuestión de defraudar a la niña. La situación requiere un verdadero trabajo literario, y está resuelto a hacerlo como es debido. Si se le ocurre una mentira bonita y convincente, podrá sustituir la muñeca perdida por una realidad diferente; falsa, quizá, pero verdadera en cierto modo y verosímil según las leyes de la ficción.

>>> Al día siguiente, Kafka vuelve apresuradamente al parque con la carta. La niña lo está esperando, y como todavía no sabe leer, él se la lee en voz alta. La muñeca lo lamenta mucho, pero está harta de vivir con la misma gente todo el tiempo. Necesita salir y ver mundo, hacer nuevos amigos. No es que no quiera a la niña, pero le hace falta un cambio de aires, y por tanto deben separarse durante una temporada. La muñeca promete entonces a la niña que le escribirá todos los días y la mantendrá al corriente de todas sus actividades.

>>> Ahí es donde la historia empieza a llegarme al alma. Ya es increíble que Kafka se tomara la molestia de escribir aquella primera carta, pero ahora se compromete a escribir otra cada día, única y exclusivamente para consolar a la niña, que resulta ser una completa desconocida para él, una criatura que se encuentra casualmente una tarde en el parque. ¿Qué clase de persona hace una cosa así? Y cumple su compromiso durante tres semanas, Nathan. ¡Tres semanas! Uno de los escritores más geniales que han existido jamás sacrificando su tiempo (su precioso tiempo que va menguando cada vez más) para redactar cartas imaginarias de una muñeca perdida. Dora dice que escribía cada frase prestando una tremenda atención al detalle, que la prosa era amena, precisa y absorbente. En otras palabras, era su estilo característico y a lo largo de tres semanas Kafka fue diariamente al parque a leer otra carta a la niña. La muñeca crece, va al colegio, conoce a otra gente. Sigue dando a la niña garantías de su afecto, pero apunta a determinadas complicaciones que han surgido en su vida y hacen imposible su vuelta a casa. Poco a poco, Kafka va preparando a la niña para el momento en que la mueca desaparezca de su vida por siempre jamás. Procura encontrar un final satisfactorio, pues teme que, sin no lo consigue, el hechizo se rompa. Tras explorar diversas posibilidades, finalmente se decide a casar a la muñeca. Describe al joven del que se enamora, la fiesta de pedida, la boda en el campo, incluso la casa donde la muñeca vive ahora con su marido. Y entonces, en la última línea, la muñeca se despide de su antigua y querida amiga.
Para entonces, claro está, la niña ya no echa de menos a la muñeca. Kafka le ha dado otra cosa a cambio, y cuando concluyen esas tres semanas, las cartas la han aliviado de su desgracia. La niña tiene la historia, y cuando una persona es lo bastante afortunada para vivir dentro de una historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen. Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir.


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miércoles, 19 de diciembre de 2012

A reir

Muchas veces echo de menos reír en compañía ya que, es triste (lo sé), pero hace tiempo que no río con gusto de verdad, esa risa de ahogarse, y siempre he sentido devoción por la risa y el humor.
Durante algún tiempo intenté estudiar el humor y la risa (leyendo libros que trataban sobre el tema). Lo único que saqué en claro es que nadie sabe de verdad por qué reímos; no los motivos físicos, biológicos, cognitivos o incluso filosóficos, ni siquiera se ha conseguido saber si era realmente una forma de comunicación (que es lo que se sospecha) pero es extraña por sus formas de surgir (a veces se ríe por incomodidad o nerviosismo).

No voy a analizar la risa, no quiero y nada de lo que dijese sería más que una opinión, pero encontré en twitter un tipo que consiguió dejarme enganchado mirando arriba y abajo y consiguió hacerme reír; Más que hacerme reír creo que lo que consiguió es que me olvidase de mi entorno y de lo que me preocupa el tiempo y me dedicase unos minutos a mi mismo, algo que considero altamente importante pero que no hago. Es una tortura el no soportar la sensación de improductividad y más cuando somos improductivos más del 50% del tiempo (malgastamos el tiempo, y el tiempo nunca vuelve).

Para no dar la chapa, y hacer esto breve, expondré el top-best de los mini-chistes comprimidos que fui pillando por ahí y con los que no pude evitar partirme el pecho y, por ello, los comparto; Quizás no os hagan gracia, o no estéis por la labor, pero quizás tomándoos un momento de relax (son pocos) los podáis/amos disfrutar más (adjunto la anotación de que mi sentido del humor es bastante precario). Ahí van:

  1. 1 universo, 8 planetas, 204 países, 809 islas, 7 mares, 6.973.738.433 personas y NI UN PUTO POKÉMON
  2. Ayer encontré un león -Ah sí? ¿Y qué hiciste? +Lo devolví -A quién? +AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA SUDUEÑAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA 
  3. - Oye rubia! Qué pesa más un cubo de piedras o un cubo de plumas? + Eh! Esta vez no me pillas, pesan lo mismo.
  4. - ¡¿QUÉ QUEREMOS?! + ¡¡Ser simpáticos!! - Y ¡¿Cuándo lo queremos?! + ¡Que te jodan tío! ¡Vete a la mierda, hombre! ¡Déjanos en paz! 
  5. Si se te cae tu smartphone te da algo, ahora, si se cae tu mejor amigo, todo son risas.
  6. - Juan, confundo los colores con los números. + ¡Qué marrón! - ¡Pues por el culo te la hinco! 
  7. - Voy a ver una peli. + ¿Cuál? - Tiburón. + ¿De qué va? - De unos unicornios que atacan la ciudad de Nueva York.
  8. ¿Qué le dice un jardinero a otro? Nos vemos cuando PODAMOS JAJAJAJAJAJArre unicornio!! 
  9. ¿Quién es más mayor: un niño de un año o una gallina de un año? - La gallina, porque tiene un año y PICO JAJAJAJAJAJAJAcabo de cenar lejía.
  10. - ¿Quién es? + Soy yo - ¿Qué vienes a buscar? + A ti - Ya es tarde + ¿Por qué? - Porque habíamos quedado a las 10 y son las 12 hijo de puta. 
  11. - Capitán, vienen 23 naves enemigas. + ¿Una flota? - No señor, flotan todas.
  12. -Profe ¿Cómo se dice me gusta el tubo rojo en inglés? +I like Red Tube -¡JAJA lo he grabado pajillero, ahora apruébame!
  13. -¿Si una paloma come palomitas, se considera canibalismo? 
  14. - Juan, ¿Cómo te ha ido la operación de oído? + Sí.
  15. - Niña ¿Cómo te llaman? + Jara. - ¡Qué nombre más bonito! - ¡A qué ji! 
  16. - Papi unicornio, despierta. + ¿Qué quieres? - ¿A qué hora dijo Noe que salía el arca? + ¡ME CAGON LA PUTA!
  17. - Caterpie, ¿Qué haces cuando tienes frío? + Metapod. 
  18. - Soy Celíaca. + Encantado, yo Antoníaco.

Y hasta aquí llegó la cosa; Un par de anotaciones más sobre mi humor:
Si alguien busca reír, recomiendo que llame por El tricicle, Berto Romero, Joaquín Reyes, Quim Monzó cuando hace excelente humor, Miguel Ángel Rodríguez (El Sevilla), Andreu Buenafuente en sus mejores momentos y el grandioso Pepe Rubianes, que en paz descanse.
De todos ellos hay vídeos en Youtube, es cosa vuestra verlos, aunque algún día puede que suba alguno muy destacable.

PD. No sé cuánta gente lee esto, pero podéis dejar vuestro chiste, vuestro humorista (o personaje) o, si queréis ir más allá, libro o fuente de conocimiento humorístico y/o sobre el humor.

Aitor
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domingo, 16 de diciembre de 2012

La naranja maldita



Maldita para su autor y bendita para Kubrick. La novela del autor Anthony Burgess, publicada en 1962, fue su maldición. El escritor pensó que con el tiempo, la novela sería borrada de la memoria literaria del mundo. Pero no fue así. La culpa de eso es toda de Stanley Kubrick, por llevarla a la gran pantalla.

Pasa a menudo que los autores se lamentan de sus creaciones. Rachmaninoff se quejaba de que se le conociera principalmente por un Preludio en Do, compuesto en su adolescencia, mientras que otras obras de su madurez no solían tenerse en cuenta. Lo mismo le pasaba a Beethoven, que compuso un Minueto en Sol solo para poder detestarlo. Incluso a Francis Ford Coppola, que reniega de “El Padrino” cuarenta años después de su estreno. Película que, por cierto, también tiene sus naranjas malditas.

Lo mismo le pasaba a Burgess, culpando a “La naranja mecánica” de sobrevivir mientras otras novelas suyas solo hacen que morder el polvo. Pero lo curioso de que se recuerde tanto por la película, es que no es una versión completa. En EEUU, el libro nunca ha sido publicado completamente.

21 capítulos componen la historia escrita. Esa numerología era importante para el autor, pero no lo fueron para su editor de Nueva York. Insistió en eliminar el ultimo capitulo, y como el escritor inglés en aquel momento estaba pelado económicamente, acepto a borrar ese episodio final.

Kubrick rodó la película en Inglaterra, sí, pero con la versión americana del libro. Los estadounidenses quedaron contentos con el film, pero a los ingleses les pareció que acababa antes de tiempo, preguntándose porque el director había decidido comerse el final.

¿Qué ocurría en el vigésimo primer capítulo? Tendréis que leer la novela que, por cierto, no es nada fácil. Y todo por culpa de ese léxico “nadsat” inventado por el autor.
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martes, 11 de diciembre de 2012

De cobardes y valientes

Es estúpido creer que uno no tiene miedo. El miedo es uno de los pocos reflejos irracionales que quedan en nuestra genética, formado por el instinto y el conocimiento, diría que a partes iguales.

He oído decir más de una vez, la expresión "yo no le temo a nada" cuando es obvio, más a menudo por el que lo ve de fuera, que es una absurdez decir eso. Cuando una persona no le teme a nada es porque no le queda nada que perder, incluyendo su vida o su propia mente, y por lo tanto lo transforma más que en un ser humano, en un muerto viviente, un animal sin razón de ser o un simple fantasma.
 En realidad es la expresión máxima de la libertad a mi parecer, cuando nada te ata, nada te impide moverte en la dirección que quieras, con sus pros y sus contras, si hubiera un lazo entre ambos sería perfecto. Pero es más triste de lo que suena, ya que implica que probablemente tu identidad y tu "ego" queden fulminados.

 Es un tema curioso, pero hoy prefiero hablar de la otra cara, la cara del miedo, la que aun a sabiendas de que nos limita, nos convierte en lo que somos, y gracias a la cual (y por desgracia en muchas ocasiones) ha conseguido que el mundo sea hoy tal y como es. Dejando de banda la opinión general o personal, que el mundo sea tal y como es, quiere decir que tu puedes estar sentado leyendo esto en un ordenador, mientras no pasas frio y habiendo cenado una variedad de alimentos muy dispar. Y aunque suene extraño todo es gracias al miedo y por supuesto de el "yang" de éste "yin" que es la superación y el valor.

Es fundamental entender que sin miedo el valor no tiene motivo ni sentido, y sin valor el miedo no tiene fin alguno, así que forman parte de lo mismo realmente.

El miedo impulsó a los hombres de las cavernas a encender un fuego, y el valor les hizo aprender a como dominarlo. El terror a la oscuridad, el frio y la naturaleza, no deja de venir de un instinto aun más antiguo, de cuando caminábamos a cuatro patas y luchábamos por ver quien meaba más arboles. Y del mismo modo alenta a seguir creciendo como civilización y aprendiendo día a día por saber todo lo que pueda saberse, para no tener, nada que temer para tener siempre algo por lo que luchar. Por supuesto desde las gestas caballerescas sin temor alguno hacia lo inesperado, hasta la sobreexplotación del miedo que actualmente vivimos y que empieza a tener cada vez menos efecto (en mi opinión).

Depende del prisma que se mire, como siempre, esta declaración puede ser un alago, o un insulto, por supuesto. ¿Somos y seremos siempre un atajo de cobardes controladores? ¿O siempre intentamos dar un paso, aun sin ver el suelo para enfrentarnos a lo desconocido? No opinaré sobre estas cuestiones, puesto que es algo muy subjetivo viendo lo que vemos día a día y debería ser una reflexión objetiva y fria. Al fin y al cabo como he dicho antes, bien hace 500 años, los hombres luchaban contra bestias imposibles o lugares inhóspitos y algunos triunfaban para ser recordados aun hoy. El tiempo y la gente pasa, y cambia el mundo, los cobardes y héroes de hoy, engendran cobardes o héroes del mañana.

Tener miedo está en nuestra naturaleza, lo único que hay que tener en cuenta es si se quiere afrontar o si se tiene algo que perder frente a algo así, no el hecho de tenerlo.

Yo tengo mis miedos, uno de ellos es dejar de ser quien soy cuando aun no lo he dado todo y otros más personales que tendré que afrontar... Y que hay de los vuestros?
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jueves, 6 de diciembre de 2012

¿Enamorado? Quizás.

Estoy algo falta de inspiración. Tal vez culpa del descontrol de horarios que llevo, tal vez culpa del invierno, que solo me incita a escribir sobre cosas tristes o, tal vez, simplemente, porque las musas se fueron de fiesta y aún no han vuelto.
La cuestión es que, como es mi turno de escribir y no quiero que tengáis que leer una mierda que he hecho en 5 minutos para salir del paso, publicaré el texto de un amigo que me pasó hace semanas con la demanda de que algún día la publicara por él.

Aquí os la dejo. Disfrutad.
Laura


¿Podría decir que estoy enamorado?

Sí, porque lo estoy. Pero claro, en realidad no puedo decirlo porque eso es para los adolescentes y las películas. Para las parejas y para el chico enamorado de su mejor amiga. Para los poetas y ese cantante enamorado de “su niña”. No es para alguien de 23 años, no es para que se enamore de alguien de 27 años y menos aún, si casi no la conoce.
Enamorarse es, entonces, para Shakespeare y Lope de Vega. Por lo que entonces, yo debo ser un poeta, un adolescente o un personaje de alguna obra de Lope.
Porque sino… ¿Cómo es posible que esté enamorado de ti sin casi conocerte? ¿Cómo es posible que me enamorara de ti nada más verte? ¿Cómo es posible que por mucha belleza que haya en otras mujeres, sigas siendo tú la más hermosa?
Pero es que no solo eres tú, también soy yo. Como me siento, y todas esas sensaciones que tengo al verte, esa capacidad de recordar tu voz aunque la haya oído poco y hace mucho.
Son los dos besos de despedida lo que más recuerdo cuando te veo.
Son tus respuestas a mis mensajes lo que me alegran el día.
Es un trofeo para mí cada vez que me haces caso o me prestas atención.
Es como me siento al escribir estas palabras, lo que significa para mi, estar enamorado.
Y si eso no es estar enamorado, pues no lo estoy. Pero eso sí, tiene que ser algo más que estar enamorado, porque menos, no lo es.
Porque hay chicas que me pueden parecer guapas, las queme pueden gustar, las que podría querer algo con ellas, las que hasta me casaría con ellas o aquellas de las que podría entonces sí, enamorarme. Y aunque conociera a todas esas chicas, siempre habría alguien  por encima, alguien por quien siento algo más… tu.
Lo peor de todo es que esto no puedo decírtelo, no puedo hacer que quieras conocerme con estas u otras palabras, no puedo permitirme que te asusten mis sentimientos y te alejen aún más de mi. Tan solo me queda esperar y ser paciente, tener fe y confianza en mi mismo, ayudándome y no echando a perder ese pequeño trozo de madera que me mantiene a flote, esa pequeña esperanza, anhelando estar cerca de ti para, un día, poder decirte esto, mostrarte mis sentimientos mirándote a los ojos y sabiendo que, no solo no te asustan ni te apartan, si no que aunque sea tan solo en una pequeña parte, en un uno por ciento, estos sentimientos son correspondidos.


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lunes, 3 de diciembre de 2012

El motorista del casco marrón

Maida se preparaba para asistir como cada mañana al colegio. Ya vestida y arreglada se disponía a irse cuando su madre desde la cocina le advertía que fuera con cuidado. Ese aviso formaba parte de la rutina. Escuchada la advertencia, se puso en marcha.

A mitad de camino, Maida alzaba la vista de sus pequeños zapatos al llegarle el ruido de un motor que se acercaba cada vez más. Era el motorista. Su habitual compañero de viaje durante unos segundos, desde que se hacía visible a lo lejos, hasta que pasaba por su lado y finalmente cuando se perdía de la visión de la niña. Era el único con el que se topaba de camino al colegio.  Así pasaba todas las mañanas desde que empezó el nuevo curso escolar. Le contentaba coincidir con aquel extraño motorista, que llevaba siempre el casco marrón, como ella su uniforme. Era como una distracción que tenía cada vez que iba a clase. Aparte de detenerse en el río, apenas unos metros mas alejado de la carretera, para mojarse el pelo.

Con el paso de las semanas, el motorista, también acostumbrado a ver a esa niña cada día en el mismo lugar, levantaba el brazo en señal de saludo, a lo que la niña respondía de la misma manera con una sonrisa.
Así era su camino todas las mañanas. Para añadir un poco de emoción llegó a marcar en tierra una señal para indicar el sitio exacto dónde solía cruzarse con el desconocido, yendo más lenta si se iba acercando y aún no llegaba la moto o corriendo en caso de que apareciera y ella aun estuviera lejos. Cuando el motorista no le saludaba lo sustituía por el lanzamiento de un caramelo amarillo, la niña lo asoció a su pelo, que era rubio, así no sólo tenían en común  que pasaban allí en el mismo momento y que él tenía el casco marrón así como ella su uniforme, sino que también el color amarillo, ella con su pelo y él con los caramelos de lima que le tiraba.

Un día se entretuvo más de la cuenta al vestirse, así que ese día se quedó sin coincidir con el motorista de camino a la escuela. Se detuvo por si acaso en la señal que había hecho en el suelo, a lo mejor también se había retrasado, pero enseguida se fue temiendo llegar aun mas tarde de lo que llegaría a clase. Pero apenas unos metros más adelante, dónde se encontraba el río donde ella siempre se mojaba el pelo antes de entrar, vio a un hombre tendido. Se acercó para ver que ocurría. Tendido en el suelo vio a un hombre, ese hombre llevaba un casco, un casco manchado de sangre, que apenas dejaba ver su color. La niña se acercó más, vio una moto, era él.

Lo último que vio antes de correr hacia su casa fue el caramelo amarillo, que había caído encima de una roca pequeña en medio del riachuelo.
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