...o cómo cagarla en equipo.

martes, 18 de septiembre de 2012

Me llamo Culo

Supongo que tras tres o cuatro saltos (o quizás interconexiones, pero no lo recuerdo) me encuentro con dos conocidos. Sentado en la parte de atrás de un furgón (los asientos son maderas pequeñas para apoyar el culo, que parecen bancos de los que hay en las aulas de gimnasia de los colegios e institutos). Hablábamos de cosas (no recuerdo muchas) pero si que recuerdo el tema de la importancia de los huevos de águila real catalana (que todavía no he consultado si de verdad existe), estos huevos son muy importantes (creo que son o contienen una especie de droga, o son objeto de coleccionismo, supongo que es algo como los huevos de fabergé) y por eso existe gente como nosotros, que deambulamos por las montañas en furgón buscándolos para luego vendérselos a algún adinerado que quiera poseerlo.

En mitad de la conversación (en la que el tipo que tiene más barba no para de reír), el furgón para, algo pica desde la cabina del conductor y salimos los tres que nos encontramos en la parte de la carga del furgón corriendo, sin saber hacia dónde vamos ni lo que hay detrás de la puerta, al salir (y sin dejar de correr) nos encontramos con un bosque, verde, muy verde, con arbustos y árboles, nosotros corremos por caminos estrechos entre las hiervas. El de la barba señala y grita:

-Ahí!.

Corremos a por él y lo cogemos. Es un huevo marrón, nada de especial, quizás un poco más grande de lo habitual. El tipo que no tiene barba lo rodea con una toalla, lo coge como si fuese un bebé y volvemos al furgón.

Antes de llegar entrar en la parte de atrás, ya hemos llegado al lugar de entrega (todo muy raro, no hemos esperado, ni ha habido intermediarios, es como si todo estuviese planeado), no es hasta ese momento que descubro que soy algo así como un camello (de los de la droga) amateur, un don nadie que tiene "drogas" (bueno, son huevos de águila real catalana) y las vende escondidas junto a sus compañeros de negocios.
La noche está oscura y una niebla de película (de esas que se ven las nubes perfectas pero a la altura del suelo y permiten ver a trozos lo que se esconde al otro lado) nos separa de un coche con tres personas en su interior.
En el callejón oscuro dónde nos encontramos (callejón bastante ancho, solo que callejón) todo parece muerto. Alguien baja del coche (situado enfrente nuestro y difuminado por las nubes-niebla) es un tipo con una gran barriga y brazos fuertes (es lo que puedo ver, porque lo veo oscuro, como si fuese una sombra), se acerca mientras el copiloto (y ahora por el pelo largo que alcanzo ver determino como copilota o copiloto hembra) se baja, es una mujer, parece joven, como mínimo tiene un cuerpo bastante apetecible para alguien joven. La cosa se pone tensa, y es tontería, se supone que lo que hacemos es algo normal, habitual y rutinario, pero se respira tensión. El hombre sigue acercándose, pasa las nubes (colocadas estratégicamente como un muro entre nosotros y ellos) y sin necesidad de una luz que le enfoque, lo veo, su rostro, sus gafas de sol rayban de aviador que lleva puestas en plena noche, su pelo, su camiseta de tirantes negros. Es extraño, no porque el tipo en sí sea extraño y estemos en una situación extraña, es extraño porque el tipo es mi padre y la mujer, mi madre, pero mi madre con 30 años menos (es decir 20), en cambio mi padre igual de viejo que lo recordaba la última vez que lo vi (aparentaba tener unos 50 años).

No se muy bien qué pasa ni como sentirme, mi madre (que aunque no ha traspasado el muro de niebla ya se le puede ver con claridad) abre la puerta trasera del coche y se sube al lado del tercer usuario del vehículo. Mi padre, con una banda cruzada en el pecho llena de balas al más puro estilo Rambo y una pistola grandiosa en un cinturón porta pistolas, extiende su brazo con la mano abierta, escupe el palillo que hay en su boca y dice:

-Sube!

Cojo el huevo envuelto en la toalla de las manos del compañero que lo cogió, mi padre ya camina hacia el coche, corro para meterme en el asiento del copiloto por la puerta que mi madre dejó abierta al salir.¿Somos como una especie de mafia? ¿Cómo voy vestido?¿Porqué ahora tengo un arma?

El coche arranca, se encienden las luces (es un coche que parece antiguo, cuadriculado, parece de cartón, nada de aereodinamismo, los faros son amarillos y alumbran demasiado) y nos ponemos en camino (no se a dónde, sólo se que en camino). El ruido de un móvil acaba con el silencio interior del coche, en el que sólo se oían las ruedas rozando la carretera. Nadie responde o coge el teléfono que suena

-Debe ser el tuyo.- Dice el tercer ocupante del vehículo dirigiéndose a mí.

Es extraño, desconocía que llevaba un móvil encima, pero lo más extraño es que el hasta ahora desconocido es un hombre delgado con una peluca blanca de pelo rizado, con ropas antiguas de señora mayor (bata y esas cosas), y todavía más extraño es que la reconozco como mi abuela, nunca antes me había fijado que mi abuela es un hombre delgado con peluca?
Busco entre mis bolsillos (que no tengo) y encuentro un teléfono móvil, vibrando, lo abro (es de tapa) y resulta ser un sms en el que dice "Cuidado, te arrepentirás, morir".

Desconozco cuanto rato llevaría mirando la frase sin sentido, pero pareció no haber pasado ni un segundo que el coche se para bruscamente (como si hubiésemos sufrido un accidente, pero sin chocar con nada). Estamos todos menos mi abuela bajados del coche que tiene el capó destrozado (¿Qué nos habrá golpeado?). Como si fuese una película de zombis empezamos a estar rodeados por gente en mitad de la noche. Mi padre no se lo piensa y comienza a disparar y a correr hasta que se pierde entre las sombras. Mi madre me mira, mi abuela me mira, yo tengo una pistolita que parece de juguete, pero mi abuela me da la pista:

-Adelante.

Comienzo a disparar, no miro a dónde ni a que, disparo a todos los lados, me encuentro perdido, pienso en el sms, es un mecanismo de defensa, no dejo de disparar (y mis balas no se acaban) prefiero disparar sin más antes que morir (he sido amenazado y no se por qué. Será por llevarme el huevo?). Entre la multitud que nos rodea, a la que disparo, aparece algo grande, muy grande, es una persona, gorda, muy gorda y grande, más bien, y a medida que se acerca, lo que es grande es su cabeza, es como 6 cabezas humanas en una, es algo horrendo y tiene una gran papada y una cara muy pálida. Se acerca a mí vestido con mantones o sábanas, es un tipo muy extraño al que no le afectan mis balas y del que no intento huir, pues ya me había alcanzado.
Olía a gordo (ese olor característico de los gordos que sudan) su piel era grasienta y estaba húmeda, me sujetaba por los hombros con sus rechonchos dedos y tenía su papada enfrente de mi cara. No se lo que decía, pero se movía frenéticamente mientras yo veía desde mi posición las cerdas de su papada y los pelos de su nariz moverse sin parar.
No dejo de disparar pero ni sangra ni muere. le calvo el cañón de la pistola debajo de la papada y disparo, es un disparo certero, debería atravesarle la cabeza de abajo arriba y llegarle al cerebro para salir libremente por el otro extremo de la cabeza, pero no muere, me planteo el porqué mientras él (o eso) sigue agitándose, y como si hubiese escuchado mis pensamientos sobre el "por qué" de su inmortalidad grita con voz estridente:

-Porque me llamo Culo.









Aitorbalboa

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