Tercer día del año. Y el
tópico dice “año nuevo, vida nueva”. Demasiado optimista para mí, no me pega. La
vida no viene en cómodos fascículos, desgraciadamente. La mierda de todo el año
no desaparece simplemente porque sea 31 de diciembre, se acumula en
un rincón para dejar sitio a la que vendrá este año.
¿Y qué pasa con
proponerse cosas cuando acaba el año? ¿El resto de los 364 días para qué están?
Para esperar al día 31 y decir: “Ahora sí que puedo empezar la dieta” o “Venga,
a partir de ahora iré cada día al gimnasio”. Chorradas. Sabes que al cabo de
dos semanas ni te acordarás de tus promesas de año nuevo.
Y por no hablar de esa
manía de pedirle cosas al año que entra, como si fuera un concepto corpóreo,
casi como un dios que pudiera oír tus deseos. "Un amor", "Salud", "Aprobar todas las asignaturas". Siento deciros que si queréis
algo solo podéis contar con vosotros mismos. Y, si sois los suficientemente
afortunados, tendréis a una, dos o tres personas a vuestro alrededor que os
ayudaran en el camino, no más.
Y es precisamente de esas personas de
las que quiero hablar hoy. Lo que debería preocuparnos de verdad es poder
mantener esas personas en nuestra vida, que muchas veces dejamos olvidadas
porque damos por sentado que siempre van a estar ahí y hasta que no dejan de
estarlo no nos damos cuenta de su verdadera importancia.
Si te paras a pensar un segundo seguro que sabes
a quién me estoy refiriendo. Lo sabes tú y nadie más. Pero, ¿lo saben esas personas? ¿Les has hecho saber que son importantes, que las quieres, lo que
representa en tu vida? Puedes pensar que ya lo deben saber pero, créeme, les
gustará oírlo. Cuando hay algo que nos molesta de alguien no tenemos tantos
reparos a decirlo, entonces ¿por qué nos cuesta tanto hacer saber a la gente lo
que representan en nuestra vida? Si esa persona es importante, algo habrá hecho
para merecer que lo sea y por lo tanto
merece saberlo.
Muy a menudo ocurre que
solo nos acordamos de nuestros amigos en nuestros momentos bajos. Yo opino que
es igual o más importante saber compartir con ellos los buenos momentos
también, hacerlos partícipes de ellos. Fortalecen las relaciones, las hacen más
sanas. Lo que puede ocurrir sino es que los buenos momentos acaben (que siempre
acaban) y no haya nadie para apoyarte en los malos momentos.
Mi única propuesta de año
nuevo es seguir cuidando de la gente que forma parte de mi vida y que vale la
pena seguir manteniendo en ella. A todos vosotros, gracias.
Laura
0 comentaris:
Publicar un comentario